El relieve de Francia se organiza en torno al macizo Central francés. Podemos dividir el territorio en tres grandes unidades: las cuencas sedimentarias de París y Aquitania, los macizos antiguos hercinianos (Central, Armoricano, Vosgos y Ardenas) y las cordilleras alpinas de los Alpes y los Pirineos.
El más importante de los macizos franceses es el Central: el más extenso y elevado. Se encuentra en el centro-sur del país y separa las vertientes hidrográficas que van al Atlántico de las que van al Mediterráneo. Tiene una altitud media de más de 1.000 m. Su cota más alta es Puy de Sancy con 1886 m.
El macizo de los Vosgos se encuentra en el nordeste del país. En realidad son una serie de montañas pequeñas con una altitud media de unos 1.000 m. Son montañas paralelas al Rin, dispuestas de norte a sur.
El macizo Armoricano se extiende por Bretaña, Vendée y Baja Normandía. Es el más bajo de todos, ya que apenas supera los 100 m de altitud; y el más llano. Forma los acantilados de la costa atlántica francesa, combinando cabos, calas y largas playas.
El macizo de las Ardenas en Francia es la parte suroccidental del macizo de las Ardenas que se extiende por Bélgica. Se trata de una meseta de escasa altitud y notablemente plana para ser un macizo antiguo.
Las cordilleras alpinas rodean, principalmente, al macizo Central francés. Básicamente son dos: los Alpes y los Pirineos, aunque dentro de ellos se diferencian diversas unidades.
Los Alpes se encuentran al este, en la frontera con Suiza e Italia.
Los Pirineos se encuentran al sur, en la frontera con España. Se extienden desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo. El sector francés es más estrecho que el español, pero podemos distinguir tres zonas: la oriental, la central y la occidental. Los Pirineos occidentales son los menos altos. Presenta numerosos pasos, aunque de pendientes importantes. Los Pirineos centrales son el núcleo axial, donde se encuentran las cotas más altas, que superan los 3.000 metros de altitud.
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